Actualizado a: 16 de septiembre de 2021
Para el gaming y algunas otras tareas de vídeo donde es importante tener una buena frecuencia de refresco en la pantalla, los usuarios suelen pensar: ‘¡mientras más, mejor!’. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Deberías analizar otros factores para conseguir el mejor rendimiento de imagen antes de lanzarte por un monitor 240 Hz frente a uno de 144 Hz, etc.
En esta guía podrás determinar cuál sería la mejor opción en tu caso, y los motivos, además de conocer otros detalles de esta lucha entre monitores de alta frecuencia de refresco que están apareciendo en la actualidad.
¿Qué es la frecuencia de refresco?
La frecuencia de refresco, como su propio nombre indica, es la velocidad con la que la pantalla puede refrescar las imágenes. O visto de otro modo, la cantidad de imágenes mostradas por unidad de tiempo. Una tasa de 60 Hz quiere decir que puede actualizar la imagen 60 veces en un segundo, 144 Hz lo haría 144 veces en un segundo, y así sucesivamente.
Por tanto, puedes pensar acertadamente que esto también determinará la cantidad de fotogramas o frames por segundo (FPS) que el monitor puede mostrar. Así que, el monitor debería estar lo más equilibrado posible con los FPS que puede suministrar tu GPU a una determinada resolución. Si el monitor solo llega a 60 Hz y la tarjeta gráfica alcanza 90 FPS, entonces se limitará solo a 60. ¿Y si la gráfica admite menor FPS que la frecuencia del monitor? Esto no es tan sencillo como lo anterior y es lo que genera la confusión en los usuarios.
Frecuencias de refresco frecuentes
Las frecuencias de refresco han ido evolucionando durante el tiempo. En los antiguos monitores CRT solía haber frecuencias de entre 60 a 72 Hz. Sin embargo, en los modernos monitores con paneles LCD o similares, las tasas van desde los 60 Hz hasta 240 Hz… Estos valores dan saltos, y lo más frecuente es que encuentres pantallas con:
- 60 Hz
- 75 Hz
- 90 Hz
- 120 Hz
- 144 Hz
- 240 Hz
¿Realmente necesito más tasa?
No siempre vas a necesitar unas frecuencias de refresco demasiado elevadas. Dependerá de las necesidades y el uso que le des a tu pantalla. Por ejemplo:
- 60 Hz: puede ser suficiente para los que no usan el monitor para gaming, vídeo, etc. Con esta tasa se renueva la imagen cada 16 ms, lo que no está mal para usos básicos. Incluso puede ser suficiente para los que comienzan a jugar con títulos de aventura gráfica, plataformas o estrategia.
- 75 Hz: elección decente para los principiantes en los shooters o videojuegos de disparos, o para los que quieren algo mejor para vídeo. Además de conseguir mejores resultados que con los de 60, estos monitores tienen precios bajos.
- 90 Hz: pueden ser una buena solución para los que buscan algo bueno para gaming de todo tipo sin invertir demasiado.
- 120 Hz: son palabras mayores, consiguiendo generar imágenes nuevas cada 8 ms. Ofrecen una experiencia mucho mejor para gaming. Cuando se cuenta con presupuesto medio.
- 144 Hz: se produce una nueva imagen cada 7 ms más o menos, lo que consigue escenas con transiciones mucho más suaves. Perfectas para gamers expertos que buscan correr videojuegos estilo shooter u otros rápidos.
- 240 Hz: demasiado para la mayoría, ya que necesitará un hardware acorde, con gráficas muy poderosas de las últimas que han salido al mercado. Puede ser buena opción para los gamers más empedernidos o para los profesionales del e-Sport.
144 Hz vs 240 Hz (¿para los más exigentes?)
Cuando tienes una tarjeta gráfica con tasas de FPS más bajas que los 144 Hz y 240 Hz de un monitor, puede que hayas tirado a la basura el dinero para pagar un monitor tan avanzado que no se podrá exprimir. Además, estos monitores son bastante más caros que los de 60 Hz, por lo que deberías replantearte si los necesitas realmente.
Es cierto que esas pantallas obtendrán menores resultados si tu hardware puede exprimirlos al máximo, por lo que si quieres conseguir la perfección gráfica, son recomendables.
Conclusión
En principio, mientras mayor sea la frecuencia de refresco de la pantalla mejor. Al aumentar la frecuencia, la imagen que puedes ver no se generará con tantos «saltos», sino que será una transición mucho más suave cuando cambian los fotogramas de una escena de un vídeo o videojuego.
No confundas la frecuencia de refresco del monitor con el tiempo de respuesta medido en milisegundos (ms). El tiempo de respuesta es mejor que sea cuanto más bajo mejor. El motivo es que hace referencia al tiempo que tarda un píxel de la pantalla en cambiar de color. Por tanto, si es más rápido el vídeo se verá con menos sombras molestas y estelas.
Si te decantas por monitores 144 Hz o 240 Hz, también deberías preocuparte de tener una tarjeta gráfica muy potente que pueda generar altas tasas de FPS. De lo contrario, cuando la GPU está desfasada en cuanto a frecuencia con respecto a la pantalla, se genera un efecto negativo conocido como tearing. Eso se aprecia en movimientos bruscos de la imagen, imágenes cortadas, etc.
Afortunadamente, se han desarrollado tecnologías para intentar reducir el fenómeno del tearing. Esas tecnologías deben estar soportadas por tu GPU y también por tu monitor para que funcionen. Se llaman AMD FreeSync, NVIDIA G-Sync, e incluso algunos monitores también tienen V-Sync, que es similar a las anteriores.